jueves, 28 de julio de 2016

La desgracia de ser intelectual y no deportista

Publicación original de "La espiral cognitiva", 19 de octubre de 2015.

Hoy mi colega Alberto Royo publicaba en su facebook una pequeña reflexión que decía: "Me sigue sorprendiendo que se hable en términos entusiastas de "deporte de alto nivel" y se considere pedante, engreído y bicho malo a quien osa decir: "alta cultura". Lo que vale para el deporte no vale, parece ser, para la cultura o la educación. Esto es lo que se transmite desde los medios. Por eso esta idea se extiende con rapidez y se consolida. Y por eso es tan difícil de contrarrestar."

Dicho lo cual, sólo nos queda analizar y reflexionar sobre el tema.

Vivimos en una sociedad que se preocupa más por la apariencia que por la virtud. Esto es un hecho consumado del que todos somos conscientes y que sufrimos día a día.

Sólo hay que fijarse en cualquier telediario para comprobar que las secciones de deportes son entre el doble y el triple de largos que la sección de cultura (por decir algo, ya que es casi inexistente, digamos que sólo la hay por eventos muy puntuales y que, a veces, incluso, es discutible que sean "cultura"). Sin irnos del ámbito televisivo, nos encontramos que a nuestros hijos se les muestran unos dibujos cargados de violencia donde los "niños inteligentes o listos" son pisoteado o maltratados física y emocionalmente por los niños "fuertes o deportistas". Comportamiento que luego se consolida en las series para adolescentes, donde dicho comportamiento se acentúa todavía más. Para llegar a series para jóvenes/adultos, donde se termina de implantar la premisa de que los listos son lerdos y los deportistas triunfadores. Un aspecto atlético es lo que te garantiza un futuro prometedor y de éxito, no el ser inteligente o estar bien preparado.



Todos estos comportamientos aprendidos dan lugar al menosprecio supino que nos encontramos contra todo lo intelectual o relacionado. En cuanto algo suena a cultura es radicalmente rechazado por el común de la masa. Pero ¿qué pasa si hablamos de deportes? Ah! La cosa cambia. Ésto le entra bien a todos. Los deportistas, en contraposición a los intelectuales, son considerados los grandísimos triunfadores de nuestra sociedad. Son "deportistas de alto nivel" y por tanto hay que respetarles sus muchas horas de entrenamientos para estar dónde están, y por tanto se merecen sus sueldazos y sus vidas decadentes (propias de los gladiadores romanos). La prueba más palpable de que ésto es así la tenemos en la diferencia de sueldo entre un investigador cualquiera y un futbolista.

¿Y qué pasa con aquellos que dedican toda su vida a estudiar para que la ciencia y la cultura progresen? Esos son los marginados sociales, aunque curiosamente, son los que mantienen la cultura y la sociedad viva.

Estudiar, para todos aquellos que se piensen lo contrario, en un ejercicio de altísimo rendimiento intelectual, que requiere mucho esfuerzo, superación personal y sacrificio (ya que muchas veces renuncias a muchas vivencias, como salir todos los fines de semana) por avanzar y conseguir tus objetivos.

Lo más difícil de esta situación, es ¿cómo enseñarle a los alumnos que es mejor estudiar que correr tras un balón, si su experiencia les enseña que es al revés? ¿Cómo decirle a un adolescente que la física o la filosofía son importantes, cuando ve cada día, que si mete muchas canastas/goles/... va a ser mejor aceptado socialmente, va a ganar un sueldo muchísimo mejor, va estar con una "tía buena" -probablemente con la cabeza vacía-,...? ¿Para qué cuestionarse entonces nada? ¿Para qué estudiar? ¿Para qué esforzarse? ¿Para qué nada?




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